Florencia, Caquetá. Octubre 6 de 2025. En la inmensidad de los Llanos del Yarí, la tierra despliega un poema ecológico. Este territorio es un umbral suspendido, un paisaje estratégico donde la Amazonía exhala su aliento húmedo y la Orinoquía extiende su manto dorado. Un mundo de bosques murmurantes, sabanas abiertas, humedales espejeantes y ríos serpenteantes que no solo modelan la geografía, sino que marcan el clima, guardan el agua y custodian un tesoro vivo de biodiversidad. Es en este límite fértil, donde la exuberancia de la selva se besa con el bordado de la frontera agrícola, donde la Institución Educativa Rural San José de Caquetanía, sede El Edén del Tigre, se yergue no como un simple refugio, sino como un faro de transformación. Aquí, en el preludio del sagrado Parque Nacional Natural Chiribiquete y en la vecindad resonante de los parques Tinigua y Sierra de la Macarena, una semilla de porvenir está brotando.
Esta esperanza se llama “Estrategia Nacional Jóvenes Rurales”, tejida por las manos de La Corporación colombiana de investigación agropecuaria - AGROSAVIA y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Su misión es tan honda como el suelo que pisa: forjar en las aulas un dique vivo contra la sombra de la deforestación, encontrando en el zumbido de las abejas nativas (meliponicultura), en el vuelo de las abejas apis (apicultura) y en el cultivo de vida en los viveros comunitarios, la estrategia más elocuente y poderosa para escribir, entre todos, un nuevo capítulo de conservación para la Amazonía.
Un ejemplo vibrante de este impulso fue el reciente taller de meliponicultura, que es la cría de las abejas nativas sin aguijón, donde los estudiantes encontraron una aliada insospechada. Estas pequeñas guardianas del bosque ofrecen una alternativa económica dulce y sostenible, que demuestra que el bosque en pie vale más que la tala. En el zumbido de estas abejas, los jóvenes escuchan el rumor de un futuro posible, donde la productividad y la conservación no son enemigas, sino cómplices en la tarea de proteger la majestuosidad que los rodea. Donde la frontera agrícola grita con hachas y motosierras, la apicultura y la meliponicultura responden con un zumbido de vida. Son la semilla de un mundo apacible y próspero, una alternativa que crece en armonía con la naturaleza.




Este rincón de Caquetá no es un territorio cualquiera; es la línea donde el futuro de la Amazonía se decide. Por ello, cada acción emprendida en sus aulas y viveros trasciende las paredes de la escuela. Se trata de sembrar en los jóvenes la semilla de una nueva relación con su tierra: una basada en usos alternativos del bosque, en sistemas de producción que abracen la sostenibilidad y en la organización comunitaria. Ellos, los jóvenes, son los agentes de transformación que tejerán un nuevo porvenir para su territorio.
La semilla ya está plantada. En un acto de resiliencia y colaboración con la comunidad, ya que se pudo consolidar un vivero agroforestal en medio de la Estrategia Nacional Jóvenes Rurales, de la cual, hoy se cuenta infraestructura para el rescate y conservación de especies forestales que están en riesgo por la deforestación: este, es un símbolo de lo que se puede lograr cuando la comunidad, la Institución Educativa, la Alcaldía de San Vicente del Caguán, el SENA y programas como Visión, aúnan esfuerzos con un solo fin, frenar la deforestación. De este esfuerzo no solo brotaron plántulas, sino también capacidades, con la formación de un técnico en manejo de viveros y las primeras experiencias en sistemas productivos y monitoreo de biodiversidad.
En el fértil trasegar de esta tierra, hemos encontrado compañeros de camino en la Asociación Empresarial Campesinos del Yarí (ASECADY). Esta organización, raíz y fruto de San Vicente del Caguán, teje la esperanza de 346 familias dispersas en doce veredas del Yarí. Su propósito late al unísono: sembrar prosperidad en la economía de sus miembros mediante proyectos que son semillas de cambio. Entre ellos, germina la construcción de una planta transformadora de lácteos, una promesa para sanar la tierra de la deforestación y tender puentes dorados entre el productor y la industria.
Ahora, la Estrategia Jóvenes Rurales llega como una lluvia terca y benévola para regar estas semillas y hacerlas florecer. Su labor es un cultivo en dos surcos paralelos: en uno, se consolida el vivero de especies forestales, un renacer verde que brota de las manos de la comunidad. En el otro, se siembra el talento humano, abonado por el saber de CampeSENA en los dulces oficios de la apicultura, y por la sabiduría ancestral de expertos locales que, en días de campo, revelaron los secretos de la meliponicultura.
Así, las nuevas generaciones eligen sembrar su futuro en la tierra que las vio nacer. Ya no anhelan partir, sino echar raíces profundas para que su gente y su cultura florezcan al unísono, preservando el legado de sus costumbres. Este renacer tiene un aliado: los espacios de diálogo de saberes impulsados por AGROSAVIA. Bajo el faro de la ciencia, pero con las manos en la tierra, se ha tejido un puente con el conocimiento ancestral de sus habitantes, demostrando que la verdadera sabiduría -aquella que transforma realidades- es la que se pone al servicio de la gente y forja, desde el territorio, un desarrollo agropecuario con rostro humano.
- Más información:
- José Dario Ule Rodriguez
- Profesional de Comunicaciones, Identidad y Relaciones Corporativas
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