- Para los jóvenes, la ganadería sostenible, la avicultura y la elaboración de abonos orgánicos son más que sistemas productivos; son espacios donde convergen la formación técnica y su propia motivación.
Anclado en la inmensidad verde de la Amazonia colombiana, se encuentra Santa Fe del Caguán, un corregimiento de alma silenciosa y escasos habitantes. Este rincón del Caquetá, perteneciente al municipio de Cartagena del Chairá, parece suspendido en el tiempo, accesible solo tras un viaje de aproximadamente setenta kilómetros por las serpenteantes aguas del río Caguán o, en los meses de verano, mediante un ferry que cruza el río frente a Cartagena del Chairá, para seguir por un camino destapado que se abre paso entre la espesura polvorienta que desprende su camino.





Su identidad es el reflejo de las corrientes que han esculpido la región: una narración urdida con los relatos de la colonización, la economía de la extracción, la herencia agropecuaria y las cicatrices de un conflicto que grabó su geografía. A escasos dos kilómetros de su vereda, la Institución Educativa Rural (IER) que ostenta su nombre, se alza como un bastión de resiliencia. En sus aulas, los maestros trascienden el rol de instructores para erigirse en custodios de la memoria y arquitectos de cambio, guiando a los estudiantes en la forja de un futuro arraigado al territorio, fomentando la innovación en la enseñanza y abanderando la educación como pilar de paz y equidad social.
Hasta esta Colombia profunda, donde la selva lo impregna todo, logró llegar el viento de cambio de la “Estrategia Nacional Jóvenes Rurales”. Una iniciativa liderada por la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria – AGROSAVIA y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, que se articula con las políticas del Gobierno Nacional para dignificar al campesinado, fortalecer la educación rural y abrir caminos hacia una producción sostenible. Allí, en la frontera entre la tradición y la transformación, se siembran semillas de futuro en la fértil tierra de la esperanza.
Aquí, la expectativa florece entre surcos de tierra y sueños juveniles. Allí, en el marco de este proyecto juvenil, se realizó un encuentro que combinó reflexión, tecnología y vocación: una charla sobre proyecto de vida y una demostración práctica del uso del motocultor, herramienta que facilita el trabajo en el campo y abre nuevas posibilidades para la producción sostenible.
Para muchos de los jóvenes asistentes, estas charlas no son simples reuniones, sino espacios donde se les invita a mirarse hacia adentro, a descubrir en el campo no solo un lugar de origen, sino un camino para construir futuro. “Antes pensaba que trabajar la tierra era solo cansancio; hoy veo que también es oportunidad”, expresó uno de los participantes, mientras aprendía a maniobrar la máquina que reduce el esfuerzo en labores agrícolas.
La jornada tuvo un valor especial por el territorio en el que se desarrolló. Santa Fe del Caguán, golpeado por décadas de conflicto armado y hoy parte de los municipios PDET (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial), es un lugar donde cada semilla de conocimiento tiene un profundo sentido de resiliencia. Apostarle a la juventud aquí significa abrirle paso a la paz, a la innovación y al arraigo territorial en medio de la Amazonía colombiana.
Los sistemas productivos que hoy acompañan a los jóvenes son: ganadería sostenible, avicultura y elaboración de abonos orgánicos, los cuales se convierten en escenarios donde el aprendizaje técnico se une con la motivación personal. Con cada taller, con cada demostración, fortalecen la intención vocacional de permanecer en el campo, de quedarse en el territorio para transformarlo y no abandonarlo.
“La Estrategia Jóvenes Rurales”, a través de estas experiencias, está demostrando que invertir en la juventud del campo es sembrar futuro: jóvenes que, con sus manos y su vocación, se convierten en protagonistas de un nuevo capítulo para el Caguán y para la Amazonía.
La ciencia de AGROSAVIA, ha descendido de sus anaqueles solemnes para caminar de la mano del campo. Ya no es una teoría distante, sino un instrumento vivo que se ha puesto al servicio de la tierra y de las nuevas generaciones. Hoy son sus manos, jóvenes y llenas de porvenir, las que tejen con ella el presente y siembran el futuro de una región que durante tanto tiempo vivió a la sombra del olvido y el rigor.
El campo hoy late con más fuerza. Las nuevas generaciones, apoyadas por AGROSAVIA, están replanteándose su conexión con la tierra. Ahora sueñan con echar raíces en la región y trabajar por un campo innovador, demostrando que el conocimiento es la mejor semilla para el cambio.
Una región golpeada, sí, pero que ahora se levanta con una fuerza antigua y renovada: renace desde sus propias cenizas, con la tenacidad eterna del ave fénix, para comenzar de nuevo.
- Más información:
- José Dario Ule Rodriguez
- Profesional de Comunicaciones, Identidad y Relaciones Corporativas
- Sede Florencia
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