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La lana de ovejo y el tejido del pensamiento

La lana de ovejo y el tejido del pensamiento

Opinión

Por: Clara Viviana Rúa B.

Investigadora Máster C.I. Motilonia 

Para la gran mayoría de las familias de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, la introducción de otras culturas en su territorio y las dificultades económicas para acceder a alimentos, son algunas de las problemáticas a las que se enfrentan día a día. La mochila, es un tejido tradicional que representa el origen del mundo para estos pueblos, por lo tanto, las mujeres como creadoras de vida son las responsables de tejer y transmitir estos saberes a sus descendencias con el fin de mantener viva la cultura y preservar este oficio artesanal y práctica ancestral. La mujer es considerada creadora de conocimiento y de pensamientos a través del tejido; es la protectora de las prácticas artesanales de estos pueblos indígenas.

Una de las actividades de gran importancia económica para las mujeres indígenas y sus familias en la Sierra Nevada es la elaboración de artesanías (principalmente mochilas) las cuales pueden ser tejidas con fibra de fique o fibra de lana, ambas fibras de origen natural, las cuales actualmente son de alto costo y de difícil consecución por los artesanos, encareciendo así el producto final y dificultando el mercadeo de estas. El tejido es también una forma de resistencia mediante la cual las mujeres estuvieron y han estado unidas aún en tiempos de violencia, el tejido es considerado la ruta para la justicia y garantía de derechos. La mochila es considerada “símbolo de memoria colectiva”, una práctica ancestral que hace parte del lenguaje simbólico como anclaje a la identidad de los indígenas de los pueblos Arhuaco, Kankuamo, Kogui y Wiwa. Algunos autores reportan que “Tejer una mochila significa entrelazar en cada puntada mis pensamientos, sentimientos, emociones, vivencias; esa armonía, quietud que se respira en el momento del tejido. Tejer el pensamiento es tejer cultura, es volver a soñar, es sentirme viva nuevamente. Hilar con la carrumba es preparar la lana, limpiarla, para que en cada puntada quede un pedacito de memoria”.

Las mujeres tejen el pensamiento, sus tejidos tienen diferentes nombres y en ellos manifiestan sus aseguranzas. La elaboración de mochilas comienza con el Chipire, uno de los trabajos más artesanales el cual se puede realizar de diferentes tamaños. La base de la mochila es en forma de caracol representando el camino que hace cada uno para reconocerse como miembro de la comunidad, apropiando los conocimientos adquiridos desde el vientre de su madre ya que la madre tierra transmite conocimientos al nuevo ser mediante el vientre de la madre, al igual que cuando la mujer da de comer del pecho al bebé también se transmiten saberes, de esta forma se inicia la búsqueda de identidad y reconocimiento como miembro de la comunidad, siendo esto parte de la cosmovisión de los pueblos indígenas de la Sierra. 

La lana de ovejos y el fique son las fibras naturales de mayor y tradicional uso en los tejidos elaborados por artesanos y artesanas de los pueblos de la Sierra Nevada. Las características de calidad de la lana dependen de factores asociados al animal (genética y alimentación, principalmente) así como del proceso de obtención de la misma (para ellos el corte de la lana – esquila debe hacerse en época de luna) y del proceso de hilado. La finura de la lana es de gran importancia ya que mientras más fina sea la fibra mayor flexibilidad, rendimiento, suavidad y alta calidad para tejidos livianos.

Para los pueblos indígenas Arhuaco y Kankuamo, elaboran la mochila tradicional de lana, siendo esta la principal fuente de ingresos en la economía familiar de los pueblos. Para adquirir la lana realizan intercambio con los indígenas que bajan de las montañas o la traen de los departamentos como Bogotá, Boyacá o Cundinamarca, conocida como lana ‘cachaca’. Anteriormente los indígenas Arhuacos adquirían la lana esquilando a sus propios ovejos los cuales llegaron a la Sierra con la llegada de los españoles, esta actividad es cada vez menor y por eso la lana escasea en el territorio.

La lana, es una fibra que proviene de ovejas y carneros de razas lanares o razas doble propósito (producen carne y lana), las cuales por su condición genética crecen y se reproducen en condiciones agroecológicas de trópico alto, es decir alturas sobre el nivel del mar por encima de los 2000 metros y temperaturas medias por debajo de los 18 grados celsius. En el mundo existen muchas razas de ovinos lanares, Australia y Nueva Zelanda son países importantes en la producción de esta fibra y en Suramérica se resalta Uruguay, país que comercializa la lana al exterior a través de la Sociedad Uruguaya de la Lana – SUL. En el contexto colombiano, municipios de Boyacá y Cundinamarca son regiones reconocidas con mayor población de ovinos lanares. También se resalta el municipio de Marulanda, en el departamento de Caldas, región del Eje Cafetero, el cual es reconocido por más de 87 años en la industria de la lana y la celebración de un particular desfile de ovejas en las fiestas patronales de fin de año.

Los ovinos lanares de vellón oscuro (moro), son un tipo de animal que tiene una población reducida en Colombia en comparación a las demás razas, dado que esta característica proviene de un gen recesivo que causa la expresión de dicho fenotipo. Debido a esta circunstancia, en ciertas razas lanares el vellón negro es considerado un defecto no deseado para las características de la raza; no obstante, desde tiempos de la conquista en América, los orígenes de los ovinos lanares en Colombia, se dio con la raza Churra española, la cual a través de siglos de adaptación a las condiciones de clima frio y paramo, resulto en un núcleo de ovinos criollos o nativos. 

Haciendo un poco de historia… en el año 1980, el Instituto Colombiano Agropecuario - ICA, inició el programa de ovinocultura en el país, el cual tenía como objetivo la conservación, selección y multiplicación de ovejas nativas, con un enfoque prioritario hacia la identificación y estabilidad de una línea autóctona y homocigota para el fenotipo de vellón moro, que conduciría finalmente a la constitución de la raza mora ovina criolla colombiana (Prada, 1988). De esta forma, a través de estudios productivos realizados por Vásquez (1998), se ha identificó que la raza criollo lanar de ovinos, presentaba una producción de lana de 1.5 kg, con una finura de 36-46 Count’s (dándose el nombre de “count” a cada madeja que se obtiene después del hilado, en la actualidad la finura es más conocida como micra) y un largo de fibra de 15 a 20 cm, donde los machos presentaban peso vivo promedio de 45 kg y las hembras 32 kg, siendo animales de poca talla y alta adaptación al trópico húmedo.

En la actualidad, el Centro de investigación Obonuco (ubicado en San Juan de Pasto- Nariño), de la Corporación Colombiana de investigación agropecuaria – Agrosavia, cuenta con el banco de germoplasma para este importante recurso zoogenético productor de lana, el cual esta disponible para contribuir con el fortalecimiento de las comunidades y los territorios y sus actividades económicas como el tejido. Recientemente hemos iniciado la identificación de las características de calidad de la lana de los ovinos criollos y Mora Colombiana del banco y su potencial uso por asociaciones de artesanas de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada, a través de la evaluación interactiva de la calidad de la fibra con la participación de mujeres artesanas de los resguardos indígenas Kankuamo y Arhuaco, ejercicio en el cual se evidenció la importancia sociocultural del tejido en los pueblos originarios como elemento base para la construcción del pensamiento y el aporte espiritual realizado por las mujeres, principalmente. Las mujeres manifestaron tejer principalmente con fibra de fique para su uso y para la venta en menor medida; contrario a lo que sucede con la mochila tejida con lana de oveja la cual prefieren ponerla a la venta ya que su precio es mucho más alto que la mochila de Fique. En los diálogos de saberes se logró confirmar que la disponibilidad de lana en el territorio cada vez es menor y de alto costo. La lana del Banco de germoplasma ovino de Agrosavia, fue recibida con aprecio y gratitud, a partir del conocimiento tradicional las mujeres expresaron características de colores predominando el blanco, aunque se observó lana color marrón, amarillo, café y negro, fue identificada como una lana pareja, firme, resistente que se deja manipular y que es fácil de hilar. El rinde evaluado con secado al sol fue del 69%. El proceso tradicional de transformación de la lana en estos territorios comienza desde el lavado de la lana, secado, pasando por el escarmenado, e hilado, el cual se realiza con “carrumba” o con “huso” (este último, principalmente en el pueblo Arhuaco) para posteriormente comenzar el tejido.

La lana blanca es la más común y la lana negra es quizás la de mayor precio (25 a 50% más) y más apetecida por su resistencia y porque no es necesario teñirla. Para los indígenas no es usual el tinturado de la lana ya que este tipo de mochila es tejida con su pigmento natural, en colores tierra como beige, blanco, café, caramelo, negro, entre otros. La intrusión de las lanas semi-industrializada e industrializada, coloquialmente conocidas como ‘lana alpaca’ ha aumentado en el territorio afectando en forma importante lo identitario ya que esta fibra no se produce en La Sierra ni en Colombia, no es propia.

Desde la ciencia y la tecnología y otros actores de la cadena productiva, se tiene gran interés por reconocer, visibilizar y valorar el conocimiento ancestral de los pueblos originarios (en este caso de la Sierra nevada) alrededor de la actividad agropecuaria, específicamente de la producción de lana de ovejo como materia prima para la elaboración de artesanías, con lo cual se podría a través de la gestión del conocimiento fortalecer el tejido del pensamiento y la identidad cultural, así como el conocimiento espiritual de las cosas evitando que desaparezcan las fibras tradicionales y construyendo nuevos conocimientos para la producción de estas en el territorio armonizando con el ambiente y las tradiciones de estos pueblos.

Sumado a lo anterior, la variabilidad climática y el uso del suelo son dos variables de gran importancia para el territorio y sus comunidades, se hace necesario identificar claramente las actividades productivas que permitan el desarrollo del buen vivir y la conservación de la cultura de los pueblos originarios; lo anterior, hace necesario la articulación institucional para desarrollar mediante procesos de investigación participativa, gestión del conocimiento, co-construcción y co-innovación estrategias para la conservación de la biodiversidad, la generación de sistemas agroalimentarios sostenibles, fortalecimiento del tejido y del territorio,  sin afectar la autonomía y prácticas socioculturales de los  pueblos, teniendo como base el pensamiento y el espíritu como fuente y valor de la palabra